Si nos paramos a observar la manera con la que diseñamos acciones formativas y las pautas de comportamiento de los potenciales destinatarios. Podremos detectar que, en la mayoría de las ocasiones, circulan en direcciones opuestas. Seguimos diseñando programas bajo las directrices de la formación tradicional, cuando, de hecho, ninguno de nosotros nos comportamos como lo