Smart Working y digital workplaces

Por el 6 julio, 2020

El Smart Working es mucho más que teletrabajo. Es dotar a los empleados de aquellas herramientas que les permita trabajar con las máximas garantías en cualquier momento y lugar, apelando a su compromiso y responsabilidad. ¿Preparado para dar el salto?

El despliegue del teletrabajo, bien gestionado y apoyado en dispositivos como portátiles, tablets o smartphones, así como en la capacitación digital de empleados y managers, posibilita poder trabajar en cualquier lugar y momento. Las nuevas tecnologías hacen que las fronteras espacio-temporales se desdibujen, dando paso a estructuras líquidas y al Smart Working, una fórmula que permite que los empleados desarrollen su función sin necesidad de hallarse en la empresa, siempre que la compañía le facilite los medios necesarios para que así sea. El empleado puede trabajar así en cualquier espacio –no solo en su domicilio- siempre que cuente con los equipos y recursos que requiera su actividad, haciendo que la movilidad o el trabajo a distancia se despoje de las reticencias o la desconfianza que todavía genera en algunos ámbitos.

La agilidad, la flexibilidad o la conciliación son solo algunas ventajas que dibuja el Smart Working, un concepto que ha probado su efectividad a medida que conceptos como la digitalización y la globalización iban ganando terreno. Trabajar cómo y dónde uno decida en cada momento se vincula con la mayor libertad de horario o conciliación que cada vez más empleados buscan en sus lugares de trabajo y, en un entorno laboral sin límites espacio-temporales, también permite trabajar con equipos multiculturales. Entre las ventajas del Smart Working también figura el ahorro de costes estructurales y dietas, entre otros.

smart working

Confianza y comunicación

En el bando de los requisitos que harán del Smart Working una realidad, está la inversión inicial que la compañía debe hacer en dispositivos y tecnologías que permitan que, pese a la dispersión de la fuerza laboral, todos los que la conforman se hallan en disposición de trabajar, así como de acceder a la información y recursos corporativos, comunicarse con el resto del equipo, clientes y proveedores, etc.

Las obligaciones no solo se reducen a dotar de recursos tecnológicos a la plantilla, sino de darles la confianza necesaria para dejarles trabajar de manera autónoma, apelando a su gestión y compromiso y midiendo su rendimiento en base a objetivos alcanzados dentro de los márgenes de tiempo acordados y no al total de horas trabajadas. La comunicación se convierte así una vez más en un pilar clave a la hora de informar a los empleados de sus objetivos y de los recursos que la compañía pone a su alcance, así como de los cambios que se produzcan con el paso del tiempo y las nuevas decisiones que deban tomarse en consecuencia. Este feedback continuo entre líderes y empleados también servirá para que estos últimos expongan aquello que les inquieta y para evitar de paso la sensación de aislamiento que puede causar el hecho de no trabajar estando siempre rodeado de más gente.

Smart workplaces

La progresiva digitalización de la fuerza laboral –trabaje o no dentro de los límites físicos de la empresa- también ha dado lugar al origen de digital workplaces, o espacios en los que la comunicación es fluida, transparente y multidireccional, ingredientes que hacen posible el trabajo colaborativo de equipos que no siempre están en el mismo lugar físico. Estos espacios de trabajo digitales deben adaptarse a la naturaleza de cada tipo de organización: a cambio harán posible un acceso universal al trabajo, en cualquier lugar y momento, lo que hará que las cotas de compromiso y productividad de la plantilla se incrementen, a la vez de ser entornos intuitivos, flexibles y colaborativos, lo que incentiva el trabajo en equipos multidisciplinares.

Se trata, en definitiva, de entornos que beben de las nuevas tecnologías para ser ágiles y eficientes, y que permiten que los empleados trabajen a pleno rendimiento en cualquier momento y lugar, con todos los beneficios que ello representa tanto para empresas como para trabajadores. Un win-win que es necesario implementar de manera meditada y que permite elevar el trabajo inteligente a su máxima potencia.

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