Las corporaciones suelen ser grandes creadoras de conocimiento informal. Desafiando las normas y procedimientos de las empresas, sabemos que la realidad se abre paso buscando liberar su fuerza entrópica.
En la empresas igual. El ruido se hace fuerte, y aún el sistema más rígido y perfecto, precisa de ese conocimiento de las personas que generan y liberan un saber informal, vital para la resolución de situaciones no previstas.
Estos nuevos procesos, conocimientos, soluciones, tienen un dueño (la persona que lo puso en marcha) que no suele ser la empresa y que normalmente no socializa.
La falta de un metaproceso que capture esas buenas prácticas, puede propiciar la perdida de un bien valioso para toda la organización.
Así como las empresas son conscientes de este tema y en estos años han generado más y más recursos para capturar este conocimiento no sucede de igual modo en el elearning.
La idea de contar con repositorios activos de conocimientos reutilizables, parece simple. Almacenar y clasificar siguiendo alguna de las tantas orientaciones existentes desde hace más de 10 años, se dice rápido, pero hacerlo… Eso es otra cosa.
Para poder construir repositorios de objetos formativos válidos, obliga a definir muchos y variados temas: duración del objeto, calidad, GUI, elementos de clasificación temática, etc.
SI, ya se que guardamos de todo.. Tan es así que en el 2007, año en el que se creo por 1ra vez, más información de la que ya se encontraba guardada en todo el universo digital, se aventuraba que la mitad del conocimiento “electrónico” del 2011 no tendría lugar fijo de almacenamiento propio y que el 90% de los nuevos materiales, directamente se perderían!!! La creación de contenido corre a una velocidad mayor que nuestra vocación y capacidad de guarda.
Pero el tema es que hasta ahora, los departamentos de IT, solo han pensado en lo que los ERP’s y Sistemas de gestión generan. Necesito acceder a aquella factura, a una propuesta, a un catálogo… eso parece ser siempre lo que se quiere decir cuando uno habla de necesidad de guardar y recuparar datos.
Pero en nuestro caso, la situación es diferente.
La formación de aula, desde el punto de vista tradicional, suponía la impartición de cursos completos.
El dinamizador, formador, transmite la totalidad del conocimiento necesario para cumplir con el objetivo del curso.
Pero si en lugar de re-crear permanentemente la realidad, la reutilizamos, tal vez podamos llegar más facilmente a la conclusión, de que necesitamos piezas de formación “pequeñas”, cortas, enfocadas a puntos concretos, que combinados unos con otros, nos den por resultado el curso deseado…
Ya no se trata de comprar formación larga.
No se trata de construir una solución “solo” para mi.
Se trata de conseguir la pieza que completa mi puzzle para hacerlos funcionar.