Un par de días atras, al hablar de 12 principios, comentaba que los iria desgranando uno a uno.
Aqui comienzo con el primero que no por simple es menos importante.
Poner al formando en el centro del dispositivo de formación.
La tendencia natural de los docentes es ser los focos, las estrellas de la formación. Si, que no se enfade nadie, pero algo de pedante si que hay en la idea de que “yo si puedo enseñar a otra algo que el no sabe”…
Tal vez la imagen es muy ruda, pero me sirve para ejemplificar claramente que significa poner al formando en el centro.
Nos obliga a cambiar el paradigma que tradicionalmente podemos tener del “docente cuenta, alumno escucha y acata”.
Ahora toca darle el control al formando, ponerlo en situación, provocarlo para que actue y para que sus decisiones lo lleven a conclusiones que faciliten la formalización de conocimientos.
No se trata ya de explicar sino de experimentar. No es más “escucha y atiende” sino “dime, actua y resuelve”.
Esta visión, compromete más al formando y dado que no está rodeado de compañeros en un aula real que lo acompañen, esta solo. Y si esa soledad significa estar pasivo frente a un monopolizador formador, no será ni pertinente ni util.
Así pues, el alumno al centro, el formador a un lado y a su alrededor, soportes y cuidado para acercarlo al éxito.