El formador deberá constituirse como un “facilitador del aprendizaje”, orientando y apoyando al participante a lo largo de un recorrido de formación.
La tentación de ser el protagonista debe “aplacarse” durante la formación online. Debe ser un recurso más de los tantos a los que debería tener acceso el alumno. Si a los videos, a los podcast, a emails, a foros, wikis, chats, etc.. Pero también al formador.
A diferencia de la clase magistral a la que estaba acostumbrado, ahora deberá enfocar más sus habilidades y competencias hacia la dinamización, la tutorización, el acompañamiento. Ya no está más “delante” de sus alumnos. Ahora, tal vez, ni los vea! y aún así ha de estar dispuesto y activo.
No se trata que ahora vuelva a contar lo que sabe, sino de que pueda acompañar a los alumnos a través del recorrido formativo, orientarlos, motivarlos, capturar y retener su atención. Si, también dará respuestas y completará contenido, pero desde un lugar menos “visible” y que de más confort a los que participan.
Deberá entender las nuevas dificultades a las que se enfrentan los formandos y él mismo.
Tal vez sigan siendo las viejas tareas, pero con matices muy marcados por la distancia, la A/sincronía:
- “Pedagogo”, animando y facilitando el aprendizaje. Creando un ámbito cordial de trabajo para los formandos que más habituados al trabajo síncrono presencial, deben encarar un mayor grado de autonomía y responsabilidad.
- “Gestor”, no solo por ser el ojo vigilante, sino porque en parte de el depende que se cumplan objetivos menos atractivos como tiempos, horarios, trabajos, etc.
- “Técnico”, transmitiendo y vehiculizando conocimientos técnicos sobre el / los cursos / módulos, sino por tener que hacerlo a través de un medio “distinto”.
- “Sociólogo”, porque tendrá que comprender la potencia que tiene el trabajo individual, global, compartido, todos ellos complementarios y enfrentados, pero siempre generando una idea básica de comunidad de aprendizaje. La confianza que da la presencia aqui debe ser generada, cuidada y promovida.